Para Rodelillo la definición de pobreza va más allá de lo socioeconómico. Abarca la ausencia de una familia protagonista, que integralmente nutra todos los procesos de crecimiento de sus integrantes. Esto se expresa en la vivencia histórica de las familias de no ser, no valer, no tener, no poder acceder y no pertenecer.
Hemos comprendido que las condiciones de pobreza afectan tanto a las personas como a las familias y la sociedad. En este sentido, se trata de un problema particular y a su vez social, en el cual cobran sentido la mirada y proceder de todos los actores sociales: el Estado, universidades, iglesias, la sociedad civil y especialmente, quienes viven la pobreza.
Emprender en familia es llegar a ser aquello que le da razón a su existencia como grupo humano, con una historia común y lazos de afecto o consanguinidad, que los convoca a crecer juntos, permitiéndoles trascender y articular un proyecto de vida con sentido compartido.
Para Rodelillo el emprendimiento va mucho más allá de la creación de un negocio. La capacidad emprendedora de cada persona o cada familia tiene identidad, es decir, es aquello que le permite a los individuos o comunidades expandirse en lo que en esencia son. Las familias Rodelillo emprenden proyectos profundos que les dan sentido a sus vidas. Así, mientras algunas aspiran a ser una familia unida con metas comunes o con capacidades para aprovechar las oportunidades y superar la adversidad, otras buscan mejorar ingresos o acceder a una casa propia.